Por fe andamos, no por vista


Caminar es una de las actividades más cotidianas y automáticas que realizamos. Pero se complica cuando no podemos depender de la visión. Probablemente, todos lo hemos experimentado en algún grado al participar de algún juego o dinámica en donde se vendan los ojos. Yo lo viví recientemente con la cirugía para corregir el desprendimiento de mi retina. El procedimiento consistió en colocar un cerclaje o gancho flexible (“scleral buckle”) alrededor de la parte blanca del ojo para contrarrestar la fuerza de tracción de una retina fuera de su posición correcta. Y en los primeros días, las cosas más cotidianas como caminar, subir un escalón, o mover la cabeza en cierta dirección, eran dolorosas. Además, caminar por vista era peligroso porque mi percepción de la distancia y la profundidad de los objetos estaba afectada. Rápidamente concluí que necesitaba ayuda, que necesitaba a alguien para eso de caminar “por fe y no por vista”. 

Esa frase es del apóstol Pablo en la segunda carta a los Corintios: “Y el que nos preparó para esto mismo es Dios, quien nos dio el Espíritu como garantía. Por tanto, animados siempre y sabiendo que mientras habitamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista);” (2 Corintios‬ ‭5:5-7‬ ‭LBLA)

En el capítulo anterior Pablo está hablando de que todo lo que se ve es temporal. Luego dice que nuestras tribulaciones son leves y momentáneas. Sé que más de uno al leer eso mueve la cabeza en negación porque muchas veces la tribulación parece de todo menos algo leve y momentáneo. Pero la tesis del apóstol Pablo no es que hay que minimizar las tribulaciones sino reconocer que las tribulaciones afectan nuestro sentido de percepción. Si contrastamos la tribulación de hoy con la eternidad nos daremos cuenta que la tribulación es como una pequeñísima fracción decimal. 

Luego en el capítulo 5 Pablo reconoce que vivimos en una lucha porque estamos aquí en este cuerpo y queremos vivir pero gemimos y suspiramos porque sabemos que aquí no todo es como tiene que ser. Y en ese contexto es que añade que caminamos por fe y no por vista. Dios sabe que vivir en este “in between” es difícil y complicado por eso nos ha dado a alguien. Tenemos al Espíritu como una garantía, como un anticipo de lo que debe ser y de lo que algún día será. Por eso estamos animados, por eso sabemos, por eso descansamos, por eso andamos por fe y no por vista. 

En Romanos 8 hay un pensamiento similar. “Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto; y los creyentes también gemimos —aunque tenemos al Espíritu Santo en nosotros como una muestra anticipada de la gloria futura— porque anhelamos que nuestro cuerpo sea liberado del pecado y el sufrimiento. (Romanos‬ ‭8:22-23‬ ‭NTV‬‬)

Y cuando leo estos versos me conmuevo. Porque es tan fácil identificarse con la parte del gemido, la angustia y la lucha pero se supone que como una fuerza opuesta y aún más evidente e irresistible sea la obra del Espíritu. Porque Dios nos ha dado su Espíritu que nos da esperanza, fuerza y poder hoy y aquí como un adelanto de la gloria futura que no tiene comparación. Si sólo hay gemido, angustia y lucha pero no hay destellos ni anticipos de gloria necesitamos desesperada y urgentemente la intervención del Espíritu. Jamás por nuestra propia cuenta podremos caminar por fe y no por vista necesitamos la ayuda del Espíritu.

Becky Parrilla 

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