Empezando el 2023

¡Muchas bendiciones!

Primeramente, quiero agradecer porque en semanas recientes mucha gente ha sido bien intencional en recordarnos que oran por nosotros. ¡Gracias! No lo tomamos livianamente. Gracias por no cansarse y por orar “a largo plazo”. Sabemos que el Señor nos ama y nos cuida por medio de ustedes. La oración es el mejor de los apoyos.

En segundo lugar, les testifico que “sobrevivimos la temporada navideña”. A veces, las celebraciones pueden ser un poco “despiadadas”. No sé, tal vez el énfasis en las tradiciones y rutinas familiares complica las cosas. Hemos estado aprendiendo que varias cosas pueden coexistir, que hay mucha gracia, y que el Señor no se escandaliza por nuestras contradicciones.

Existen los buenos momentos que debemos aprender a disfrutar sin temor o culpa. Después de todo, no siempre los “buenos momentos” llegan con mucho alboroto o previo aviso. De hecho, casi siempre llegan vestidos de cotidianidad. Por eso oramos por “el pan nuestro de cada día”. Esta es nuestra declaración de DEPENDENCIA en la provisión divina. Pero también “el pan nuestro de cada día” puede ser el reconocimiento de que hasta lo cotidiano refleja la bondad de Dios (Eclesiastés 3:11-12) y de que somos llamados a la sabiduría de cada día (Salmo 90:12). Llamados a honrar a Dios con la fuerza de hoy, con la gracia de hoy y en las circunstancias de hoy. Tenemos un día más.

Los buenos momentos co-existen con esos otros momentos más sobrios que sugieren tomar una pausa y hasta llorar. Llorar porque somos humanos. Llorar porque Dios nos creó con emociones. Llorar porque hasta Jesús lloró. Llorar porque con la fuerza del Espíritu Santo podemos calibrar esas emociones con la Palabra de Dios, por más reales y “all-consuming” (devoradoras) que estas emociones sean. Por ejemplo, lloramos sabiendo que somos conocidos y amados por el Señor (Juan 11:5-6, 1 Juan 3:1). Así que eso hicimos.

Compartimos con nuestra familia de sangre, compartimos con nuestra familia de la fe, pasamos por el cementerio y lloramos, participamos de actividades escolares, colgamos las fotografías familiares en otra pared y lloramos, comimos pasteles puertorriqueños, guineítos en escabeche, y asopao, llenamos la casa de los colores de la temporada, caminamos en puentes colgantes, adquirimos un perro, y fui a la infusión que tengo cada 3 semanas. Todos esos momentos, todos a la vez.

En tercer lugar, les comparto algo en lo que he meditado en las últimas semanas.

“Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria. Al entrar en una aldea, diez hombres con lepra se quedaron a la distancia, gritando: —¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros! Jesús los miró y dijo: —Vayan y preséntense a los sacerdotes. Y, mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, cuando vio que estaba sano, volvió a Jesús, y exclamó: «¡Alaben a Dios!». Y cayó al suelo, a los pies de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano. Jesús preguntó: «¿No sané a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve?” (Lucas‬ ‭17:11-17‬ ‭NTV‬‬)

En ese tiempo, los sacerdotes cumplían con un rol médico que certificaba la sanidad. Requiere fe y obediencia práctica comenzar a caminar para obtener el “clearance” (la autorización) cuando aún eres leproso y sin una oración de “sanidad” audible de parte de Jesús. Muchas veces la fe se ve así, en el “mientras iban”…Puede ser “mientras oran”, “mientras sirven”, “mientras aman”, “mientras perdonan”, mientras se congregan”, “mientras escuchan”, mientras cantan”, “mientras lo intentan”, etc.

Por otro lado, estos leprosos tuvieron disposición para lo religioso, para el ritual y lo externo, pero sin una actitud de gratitud y adoración. Y eso fue notable para Jesús. Esto puede ser una gran tentación de principio de año. Nos ayude el Señor a obedecer con un corazón correcto.

Gracias por seguir aquí. Nos vemos en el 2023 con el favor de Dios.

Rebecca Parrilla, January 2023