Adictos a lo predecible

En nuestra casa hemos desarrollado rutinas para las actividades cotidianas de nuestro niño de necesidades especiales. Como todavía a sus siete años no se comunica verbalmente y tiene rezago severo en sus capacidades y procesos cognitivos pues tenemos canciones, palabras y rutinas que repetimos todos los días para que él entienda mejor su mundo. Aunque eso nos facilita la vida la verdad es que nuestro niño se ha vuelto adicto a lo predecible y expresa mucha frustración cuando le cambiamos el libreto.

Cada día estoy más convencida que muchas veces soy como mi niño en mi vida espiritual. Es fácil volverse adicto a lo predecible y frustrarse si nos cambian el libreto. El asunto es que la Biblia enseña que la fe es todo menos predecible.

Lo predecible quiere evidencias pero sólo por la fe lo que se ve viene de lo que no se ve

“Por la fe entendemos que todo el universo fue formado por orden de Dios, de modo que lo que ahora vemos no vino de cosas visibles.” ‭‭Hebreos‬ ‭11:3‬ ‭NTV‬‬

Lo predecible quiere precedentes pero sólo por la fe uno puede obedecer y preparase efectiva e innovadoramente para lo que no tiene precedente

“Fue por la fe que Noé construyó un barco grande para salvar a su familia del diluvio en obediencia a Dios, quien le advirtió de cosas que nunca antes habían sucedido.” (Hebreos‬ ‭11:7‬ ‭NTV‬‬)

Lo predecible quiere detalles específicos pero sólo por la fe se puede salir a un lugar sin saber en donde queda ese lugar

“Fue por la fe que Abraham obedeció cuando Dios lo llamó para que dejara su tierra y fuera a otra que él le daría por herencia. Se fue sin saber adónde iba.” (Hebreos‬ ‭11:8‬ ‭NTV‬‬)

Este capítulo de Hebreos 11 nos sugiere varias cosas acerca de la vida de fe.

1. La vida de fe admite cierto grado de incomodidad 

“Todas estas personas murieron aún creyendo lo que Dios les había prometido. Y aunque no recibieron lo prometido lo vieron desde lejos y lo aceptaron con gusto. Coincidieron en que eran extranjeros y nómadas aquí en este mundo.” (Hebreos‬ ‭11:13 NTV‬‬)

Las promesas del Señor no nos van a consolar si perseguimos nuestra comodidad aquí solamente. Se supone que experimentemos cierto grado de incomodidad. Está bien admitir que hay capítulos y tramas que quedarán inconclusos hasta el gran y majestuoso capítulo final. Los que entregan su adicción por lo predecible saben que son peregrinos y extranjeros, y tienen la capacidad de saludar las promesas desde lejos, y lo hacen con gusto.

2. La vida de fe está apegada al Dador de las promesas y no a las promesas

“Fue por la fe que Abraham ofreció a Isaac en sacrificio cuando Dios lo puso a prueba. Abraham, quien había recibido las promesas de Dios, estuvo dispuesto a sacrificar a su único hijo, Isaac…Abraham llegó a la conclusión de que si Isaac moría, Dios tenía el poder para volverlo a la vida;” (Hebreos‬ ‭11:17, 19‬ ‭NTV‬‬)

Abraham llegó a la conclusión de que nada podía invalidar el propósito de Dios. La lógica decía que si ese niño moría, la promesa de Dios moría. Pero la fe decía: “Dios puede hacer lo que nunca ha pasado…Dios puede hacer lo que nunca se ha visto…Dios puede hacer lo que no está documentado”. Dios no necesita nuestros medios y nuestro razonamiento para cumplir. Podemos descansar plena y absolutamente en la fidelidad del Dador y entregar nuestro apego a la forma en que pensamos que se deben cumplir las promesas.

3. La vida de fe valora más la recompensa que la pérdida temporal

“Consideró que era mejor sufrir por causa de Cristo que poseer los tesoros de Egipto, pues tenía la mirada puesta en la gran recompensa que recibiría. Fue por la fe que Moisés salió de la tierra de Egipto sin temer el enojo del rey. Siguió firme en su camino porque tenía los ojos puestos en el Invisible.” (‭‭Hebreos‬ ‭11:26-27‬ ‭NTV‬‬)

Podemos vivir en uno de dos extremos. Podemos vivir llenos de orgullo espiritual al enumerar todas las decisiones radicales que hemos tomado en la vida de fe. O podemos vivir llenos de miseria al cuantificar todo lo que hemos dejado para seguir esa vida de fe. Pero la fe no vive en esos extremos. No hay que ser tan radical como creemos cuando pensamos en el insuperable valor que es disfrutar a Cristo por siempre. Es un “no brainer”…nada se le compara en valor. Y por otro lado, la verdadera miseria sería ganar todo y no ganar a Cristo. Lo mejor y lo peor siguen siendo como basura al compararlo con la incalculable riqueza de conocerlo y disfrutarlo por la eternidad. En la vida de fe, Cristo es la recompensa. En la vida de fe, para no tropezar, se mira al Invisible y Él endereza por donde pisan nuestros pies. 

Nos ayude el Señor a disfrutar lo impredecible de la fe porque sabemos que somos peregrinos aquí, porque confiamos en el Dador de las promesas y porque tenemos los ojos puestos en Jesús.

Becky Parrilla. All rights reserved. January/2018